domingo, 19 de diciembre de 2010
Grindhouse
En Estados Unidos se estrenaron juntas, aquí nos dieron por saco
He visto por separado, gracias a las distribuidoras españolas, "Grindhouse", homenaje de Tarantino y Rodríguez a la caspa. El resultado es un sabor agridulce, al tratarse de, lo que en teoría debía de ser, una sesión doble en un cine cutre.
Voy a analizarlas por separado, aunque bien claro dejo que esta muchísimo mejor la del señor Rodríguez que la de Tarantino, pues para mi gusto este último ha hecho su peor película, aunque esta sea una ida de pinza/homenaje al cine casposo de los 70 y 80.
La película de Robert Rodríguez, Planet Terror, es sencillamente espectacular. Los cutre-efectos le dan puntos a la película mas que quitárselos, a diferencia de lo que debía de ocurrir en las originales. Planet terror es una orgía de chicas (auqnue prácticamente nos centramos en Rose Macgowan, increíble), zombies y mucha sangre-tomate frito.
No hay originalidad de argumento, no hay reflexiones vitales (Romero y su "hombre es un lobo para el hombre" sacado de Hobbes no tiene cabida aquí) y todos los personajes son planos planísimos, puesto que es la parodia de una película mala, pero entretenida y divertida, llena de gore. Además, Tarantino protagoniza un cameo digno de ser mencionado.
Planet Terror es, por lo tanto, una divertida película de zombies sin pretensiones, cuyo visionado queda obligado para los amantes del gore y los zombies.
Luego, tenemos "Death Proof", la película rodada por Tarantino. Quizás, por su temática, Tarantino tenía más complicado sacar algo de la película, pues trata un psicópata que asesina con su coche blindado de doble de cine a muchachas jóvenes. Nunca he tomado a Tarantino por un genio, simplemente por un ido de la cabeza que sabe hacer cine correctamente, y son sus paranoias las que le dan el interés a sus películas. No obstante, en esta película esa ida de pinza se queda simplemente en el argumento, y casi no afecta a la trama. La primera mitad de la película puede ser soportable; las conversaciones de las lagartonas son inaguantables, pero como es novedad mantiene un mínimo interés. Luego está el personaje de Kurt Russell, enigmático e interesante durante esta primera mitad. No obstante, Tarantino hace una película simétrica, por lo que la segunda parte es exactamente igual que la primera: conversaciones entre las lagartas pero sin magnetismo de Rusell, que casi no aparece, por lo que puedes ir echando una cabezadita. La película remonta, casi se encabrita, en un precipitado final, y casi suspiras de alegría cuando ves los créditos finales, en una de las películas más aburridas y lentas de Tarantino.
Solamente la salvo por la ingente cantidad de bellezas que desfilan por la pantalla y el erotismo que destilan.
Como crítica conjunta a las dos películas, veo una parada obligada en pequeños detalles que hacen que encumbre en mi Olimpo particular a Planet Terror y no vomite sobre Death Proof. El primero de todos, es la incorreción del celuloide, que hace que ambas películas parezcan antiguas y gastadas. Rodríguez maneja este efecto justo cuando se van a producir acontecimientos, así que las escenas de acción y terror se ven más quemadas o gastadas que el resto del metraje. Tarantino usa cortes y quemaduras en efecto descendente (casi como el interés de su película), desapareciendo al final. No obstante, Tarantino incluye los rayajos y quemaduras al azar, dando un efecto más purista.
Otro punto curioso es el eclecticismo temporal en ambas películas. Ambientes, ropa y vehículos más propios de los 70 y 80 mezclados con móviles, referencias a videojuegos y situaciomes políticas actuales. Esto desconcierta y divierte al espectador a la vez, y parece sumergirnos en los 70 de una forma poco chocante.
Los anuncios del "falso cine" que incluye Grindhouse casi que merecen un análisis aparte, con falsos tráilers y publicidad, pero puesto que me las he visto en DVD por separado, no puedo fiarme de si los he visto todos.
La BSO de las películas es estupenda; la de Robert Rodríguez usa un único tema, repetido infinidad de veces con diferentes instrumentos, con gran acierto. Tarantino nos pone, una vez más, alguna de sus canciones pasadas de moda favoritas en alguna parte de la película; yo elijo la de los créditos finales.
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