martes, 5 de junio de 2012

Napoleon Dynamite



Supongo que viendo el tráiler sabréis a lo que me refiero


Me he echado a lo largo de mis horas de filmografía muchas cosas extrañas y frikis. Pero la película de Napoleon Dynamite se lleva la palma de mi particular Cannes.
No es que haya películas más pasadas de rosca o extrañas que esta; Tarantino y Robert Rodríguez están entre mis directores favoritos, y para ver películas inspiradas en rancios Grindhouse ya los tengo a ellos. Napoleon Dynamite es una sucesión de escenas cotidianamente inverosímiles, desesperantes y tiernas en cierta manera. El protagonista central es Napoleon, un chico completamente solitario y marginado. No estamos ante un empollón entrañable marginado por ser listo, sino que es un ser violento y desproporcionado, terrible en sus venganzas y con una capacidad para relacionarse nula. Vestido de forma extravagante (sus gafas son son tan raras en cuanto ves sus botas), conoce a una panda de extravagantes, que suma a su abuela motorista, su hermano, una especie de Napoleon con novia por Internet y si tío Rico, un jugador que se quedó a las puertas de entrar en el circuito profesional en 1982, y desde entonces sueña con enmendar su error.
El argumento de la película viene a ser lo que llevamos viendo desde la noche de los tiempos en programas y series estadounidenses: bailes y elecciones a Presidente del Consejo de Estudiantes, todo convertido en una carrera de popularidad (en un alarde de originalidad, todo cambia sorpresivamente, por supuesto). Pero los eventos están vistos desde la óptica desde los protagonistas; te pones las lentes de Napoleon para ver, por un momento, porqué es mejor votar por Pedro (y su propuesta de poner santos en los pasillos del instituto para guardar los pasillos) que por Summer.
Podría decirse que no hay trama; la trama es un trozo de la vida de Napoleón, y en ella hay subtramas: los negocios de su tío Rico, la carrera electoral de Pedro, la "tensión sexual" entre Deb, Pedro y Napoleon... pero todo pasa y acaba sin pena ni gloria. No hay humor grueso; si hay algo, lo reservan para la relación entre Kip, el hermano de Napoleon, y su novia por Internet. El guionista pretende decirnos más con una mirada extrañada o intranquila, o con una carrera rápida, cómo se siente el personaje.
Porque las actuaciones de los actores podría catalogarse como la mayor colección de caras inexpresivas desde que a Keanu Reeves le ofrecieron rodar Matrix. No es que estén mal actuadas; es que todos los autores tienen una empanada, torrija, cuajada (cualquier comestible que puedas imaginarte) encima increíble: están como fuera de todo, hasta de la película. Napoleón con su mirada huidiza, Pedro con su parsimonia o Deb con sus miradas fijas desesperarán al espectador mientras hablan. Pero esto es parte del ambiente y de la magia de la película, que hace meterte en el pequeño pueblo de Idaho donde transcurre la trama y vivir su sopor diario.
Los títulos de inicio creo que son lo más original que he visto nunca, que comienza a introducirte en la vulgaridad y rareza de la trama. ¡Ah! Y mira después de los créditos del final.
Como he dicho, una película estrambótica, casera, independiente, rara en todos sus aspectos. Si buscas descojonarte con los colegas, ponte "American Pie". No la veas con tu novia (aunque hay novias y novias). Pero si quieres entrar en el curioso mundo de Napoleon, donde todo transcurre lento, un mundo artificial petrificado en los 90, para ver la típica historia de siempre pero con anteojos y una llama en el jardín, disponte a verla. Como mínimo, no te dejará indiferente.

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